Marihuana multiorgásmica

domingo, 26 de enero de 2014



"Reconozcamos una verdad que ha permanecido vedada durante la guerra oscurantista contra las drogas: la marihuana es una maravilla para el sexo".

Ahora que se va poniendo de moda hablar sin miedo de la marihuana, y que los políticos progresistas de algunos rincones del mundo están sacudiendo la mojigatería y aceptando que el cannabis ni mata ni enloquece y que incluso puede llegar a ser útil para médicos y psiquiatras alrededor del mundo, resulta ser un buen momento para que reconozcamos una verdad que ha permanecido vedada durante la guerra oscurantista contra las drogas: la marihuana es una maravilla para el sexo.

Desconozco si algún terapeuta sexual, de esos que aún siguen de moda, ha incorporado a esta planta mágica en su recetario contra las aflicciones del amor y la carne. Tampoco sé si hay estudios médicos que soporten mi argumento o si los gremios de sexólogos, psicólogos y consejeros de pareja se la han jugado por recetar, como ya lo hacen los médicos para el dolor, el humeante hachis como remedio para el mal de sábanas.

He de aclarar que no padezco yo de este síndrome. Tengo una vida sexual variada y activa, y agradezco al altísimo que no haya tenido la necesidad de sentarme con mi chica en un sofá de cuero setentero para que alivie con su escucha y sus manuales de Kamasutra, nuestra incapacidad de querer y gozar teniendo sexo.

Sin embargo, luego de años de disfrutar ocasionalmente de un cigarrillo bien liado y tacado de marihuana –ojalá natural, y no hidropónica, que es más suave y más amable-, he descubierto que esta hierba mágica abre una dimensión inaccesible para los mortales sobrios, que a diario se entregan a los placeres de la cópula.

El efecto de la yerbita en el sexo es tremendamente sencillo: la marihuana, como ya lo saben muchos, exacerba los sentidos y adormece la razón, esa eterna soboteadora de tanto romance. Las inseguridades y preocupaciones se desactivan, la música se revela más profunda, el sabor de un chocolate es más intenso y, por la misma vía, la piel, ese órgano vibrante que nos viste, se convierte en un recipiente de sensaciones ad eternum. Porque sí, ese es el otro efecto mágico de la marihuana: el tiempo se vuelve elástico.

El efecto de este maridaje entre sexo y marihuana es la intensificación de los sustantivos: un beso se vuelve, El Beso; una caricia se vuelve La Caricia, un orgasmo… acabaría con los puntos suspensivos que caben en esta página.


Y lo que es aún más gratificante: para nosotros los hombres, vedados por nacimiento al placer de la multiorgasmia femenina, la marihuana nos conduce a ese lugar donde los orgasmos se prolongan, se dividen, se multiplican.


Los dioses bendigan esta hierba mágica: que nos hace a los hombres un poco más mujeres.


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